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Caracol Ceremonial Atecocolli
Caracol Ceremonial Atecocolli
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Nota: Cada caracol ceremonial es único, por lo que el producto que recibas puede variar ligeramente de la imagen mostrada.
El caracol ceremonial, también llamado Atecocolli o trompeta de caracol, es un instrumento sagrado que ha acompañado a las culturas mesoamericanas desde tiempos antiguos. Fabricado con un caracol marino al que se corta la punta para poder soplar, su sonido profundo evoca la voz de los dioses y el llamado espiritual.
Su nombre en náhuatl, Atecocolli, proviene de la unión de cuatro conceptos: Atl (agua), Tetl (piedra), Cocojtli (tubo) y Ollin (movimiento). Es, por tanto, una metáfora perfecta de la vida: nacido del agua, endurecido como piedra, con un interior que vibra y se mueve en espiral.
Atecocolli es un vocablo náhuatl que hace referencia al caracol marino, un instrumento que comúnmente se hace sonar durante las diversas etapas de las ceremonias y rituales como la danza, el temazcal, la música y el llamado a la reunión o Tequio “trabajo”.
Cada vez que se sopla un Atecocolli, se despiertan los cuatro elementos:
- Agua, origen de la vida y del sonido que guarda en su interior.
- Tierra, la firmeza de su concha calcificada.
- Viento, el aliento humano que lo hace vibrar.
- Fuego, la fuerza vital que nace del cuerpo al emitir el sonido.
La integración de estos elementos crea el movimiento sagrado, un quinto elemento que une lo terrenal con lo divino. Soplar el caracol no es solo un gesto ritual: es un acto de conexión, purificación y apertura energética.
El caracol como símbolo espiritual
Para las culturas mexica, maya, tolteca y zapoteca, el sonido del caracol abría los rituales, marcaba los tiempos de la guerra o anunciaba las ofrendas a los dioses del agua y el viento. Su forma en espiral representa el ciclo de la vida, el eterno retorno del tiempo y el viaje interior hacia el centro del alma.
Hoy, tocar el caracol sigue siendo un acto de armonización energética, especialmente en ceremonias, temazcales y limpias. Su sonido ayuda a disipar energías densas, equilibrar los espacios y elevar la frecuencia vibratoria del entorno.
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